Aislamiento térmico
Vivimos en un clima extremoso que algunas veces nos somete a situaciones en las que lo que menos queremos es quedarnos dentro de casa.
Considerando que nuestro hogar es nuestro espacio de descanso y convivencia familiar, entonces cobra relevancia el hecho que el ambiente dentro de la casa sea el más cómodo para nosotros y nuestra familia
Qué más quisiéramos que tener una casa resistente a los calores, a los fríos y hasta los ruidos, que sea una casa cómoda y que además consuma menos energía. Pero ya estamos acostumbrados a que si queremos comodidad, tenemos que pagar esos lujos de aires acondicionados y calefactores. Además, nos volvemos obsesivos apagando las luces que no se usan y casi obligamos a nuestra familia a limitar el uso de aparatos eléctricos como el televisor o el radio.
Si ya tienes controlados los hábitos de tu familia y has adoptado la mayor cantidad de medidas posibles para ahorrar la energía que necesitas para brindar comodidad a tu casa, quizá te falte considerar una opción. El aislamiento térmico para una casa puede proporcionar las siguientes ventajas:
- Se economiza energía entre un 50 a 60% porque se reducen las pérdidas térmicas a través de los materiales que componen la vivienda.
- Se mejora el confort en la casa al reducir las diferencias de temperatura entre la parte interna de las paredes y el ambiente en el interior.
- Elimina las condensaciones que evitan el exceso de humedad en espacios interiores.
¿Cómo funciona el aislamiento térmico?
Lo que sucede es que el calor se mueve –por su naturaleza - desde los espacios de más calor hacia los espacios más fríos. Por ejemplo, al calentarse una vivienda, se produce un desequilibrio entre la temperatura del interior y la temperatura del exterior, por lo que se provoca una fuga de calor, que puede ser:
Fuga directa, por renovación del aire caliente del interior que se reemplaza por el frío del exterior.
Fuga indirecta, a través de los materiales que forman las paredes, techos, suelos o ventanas y a través de las tuberías.
En viviendas las principales pérdidas de calor se reparten de la siguiente manera:
- De 25 a 30% por puertas y ventanas
- 25 a 30% por techo
- 20 a 25% por muros
- 3 a 5% por suelos
- 10% por renovación del aire (ventilación e infiltración a través de las rendijas de puertas, ventanas, etc…
Es por esto, que las paredes, techos y suelos correctamente aislados, disminuyen el flujo del calor al oponer una resistencia.